Infancia

¿Has interpretado un personaje alguna vez? ¿Has creado una escultura que podría estar en la vitrina de un Museo de Bellas Artes? Y en moda, ¿qué tal? ¿Podrías decir que alguno de tus estilismos podrían pasear por la Madrid Fashion Week? ¿Alguna vez has dado un concierto?

Pues, aunque no lo creas, déjame decirte que: probablemente.

¿Quién se acuerda de jugar a Papás y Mamás? ¿Quién daba rienda suelta a su imaginación y de un corcho de sidra y cuatro palillos creaba un personaje de ficción? ¿Quién, con cuatro trapos, tenía una colección primavera-verano digna de Balenciaga, Ágata Ruíz de la Prada o Palomo Spain? ¿Quién, con una cuchara sopera (micrófono) y una escoba (guitarra), daba conciertos que podrían llenar el WiZink Centre?

Pues todos y todas en nuestra infancia.

Poca creatividad puedo enseñar a niños y a niñas; más bien, me enseñan a mí.

Lo que sí puedo hacer en un taller de teatro, de danza o de expresión corporal es darles un espacio seguro de creación donde esos «juegos» dan un giro y se convierten en algo mágico. Les acompaño y oriento en sus primeros procesos creativos. Y hago lo más simple del mundo, pero que, a veces, se nos olvida:

Escucharles como iguales

Lejos de infantilizarles les dejo experimentar lo que significa la disciplina teatral. Y, oye, pegan un estirón

De repente, su autoestima crece porque les doy la importancia que merecen. «En este espacio escénico, no sois niños y niñas, sois MINI ARTISTAS«. La clave de un buen profesor de teatro es saber equilibrar la balanza entre ser el Sargento de la Disciplina y ser cariñoso, empático y un poquito «Profe Happy Flower».

Desarrollo talleres de…

Danza y expresión corporal

¿Cómo trabajo?

En mis talleres para la infancia me gusta clasificar el proceso por etapas.

La primera, esencial, se centra en la creación y unión del grupo. Dinámicas de confianza y juegos que desinhiben. En definitiva, conocerse, respetarse y crear un grupo que rema en la misma dirección.

En la segunda el objetivo es la técnica, vocal, corporal e interpretativa. Aquí, a través de dinámicas divertidas, casi sin darse cuenta, comienzan a convertirse en MINI ARTISTAS. Ejercicios de vocalización, articulación, proyección; dinámicas que ayudan a comunicarse mejor en público; la importantísima gestión emocional a través de interpretar diferentes personajes que sienten y viven de verdad; entrenamiento físico, saber identificar las partes del cuerpo y cómo nos ayudan para expresa nuestras historias de manera creativa.

Y, la última etapa, es CREATIVIDAD. El grupo decide qué historia quiere contar y cómo. Suelen ser historias basadas en cuentos que les gustan, pelis de Disney o incluso, una obra de teatro a través de un juguete que trajeron ese día a clase. Lo importante aquí es mostrarles que son parte del proceso. Que sus acciones y decisiones son lo que forman el espectáculo final.

Llevo muuuuchas sesiones con niños y niñas de todas las edades. Cada día siguen sorprendiéndome. La experiencia ha sido para mí un MÁSTER IMPAGABLE.

«Probar, equivocarse, aprender y mejorar» es el mantra que siempre me acompaña.

¡Tengo una anécdota!

Y así, tendríamos un final para este texto.

Imparto talleres de Teatro Infantil para diferentes ayuntamientos. Se suelen realizar en las salas de los centros sociales o en casas de cultura.

Un día, recibiendo a los y las peques, pasamos por la biblioteca antes de llegar a la sala de teatro. Y, pese a que tenía mi «esquemita perfecto» de la sesión para ese día, sonó un clic en mi cabeza. Vi la biblioteca casi vacía. Llegamos a la clase, dejaron sus abrigos y dije: ¡HOY EXCUSIÓN!

Fuimos a la biblioteca, hicimos un tour con la bibliotecaria y para terminar les propuse que, juntos y juntas, escogieran un cuento. El resto de la sesión lo adaptamos y creamos una mini obra de teatro. Invitamos a los padres, madres, abuelos y abuelas, que venían a recogerles a que fueran nuestro púbico. Y funcionó.

Si hubiera seguido mi esquemita «perfecto» de aquel día, no hubiera descubierto algo que cambió mi manera de ver los talleres. Ahora no se reducían a un aula pequeña de teatro, el taller se expandía. Involucraba a todo el mundo. Era una semilla que estaba floreciendo.

Ahora, solo queda probar, equivocarse, aprender y mejorar.